El sueño es reparador y regenerador. A través de él, recordamos quiénes somos.
Nacer al comienzo del día es un Arte.
No basta amanecer y levantarse con una rutina diaria.
Hay que despertar y darse cuenta que con el cuerpo se despliegan todas las informaciones que estaban con nosotros, en el proceso del dormir.
Nos despertamos con las inquietudes propias que caracteriza el día en cuestión, pero también con aquellas cargas que no hemos sabido transformar del día anterior y posiblemente de tiempos que colocaron en nosotros, lastres muy pesados.
Si despertar es como nacer, dormir es el entrenamiento para el buen morir.
El secreto fundamental es la entrega y la confianza. Nadie puede dormir bien si no sabe al fin cómo entregarse y definitivamente, confiar con plenitud.
El problema fundamental es no ser confiables nosotros mismos.
Si tus acciones no merecen la confianza de tu propio ser o si tú mismo no eres digno de confianza en tus propios compromisos, jamás podrás confiar en nada ni en nadie y por tanto, jamás podrás descansar bien ni entregarte al sueño.
Si no sabes terminar lo que empiezas, si no cierras los ciclos y tu enfoque es en realidad un despliegue de posibilidades que se pierden en el vacío, perderás fuerza y tendrás miedo del futuro, del pasado y de todo lo que exista a tu alrededor.
El miedo que te bloquea, impide que te relajes. Si no sabes relajarte, no sentirás que el dormir pueda regenerar la vitalidad y la conciencia de tu ser.
Miedo y no, Amor es la causa de que no puedas apaciguar tu alma. Miedo por causa de tantas inseguridades, evidentemente, pero, ¿Amor? ¿Cuál es el sentido de entrenarse en esta cualidad?
Aunque sólo sea como experiencia terapéutica, vale la pena, pero lo importante es reconocer este principio en todas las cosas. Es el principio de fusión y lo que posibilita la expansión de tu Alma.
Es la Ley universal que nos acerca unos a otros y permite reconocernos en los demás. Es la locura más importante de nuestra vida cuando todo lo demás pierde sentido.
Al dormir, un niño se entrega a su propia fantasía, al dulce peluche y a la calentita sensación de recogerse en sí mismo.
Recuperar esta sensación es sobre todo, volver de nuevo a la niñez, entrar en el vientre de la madre y saberse protegido.
Y aunque inicialmente sea una ilusión o un aspecto mental podemos adiestrarnos en el retorno al origen donde reside la fuente del ser.
Paz, fuerza y gozo es el sello que abriga al guerrero.
Tu fantasía te reubica en tus sueños y permite que tu visión se vuelva creativa. Si desatas el Observador por encima de tus sueños, aprenderás de ellos. Tus ilusiones se llenarán de conciencia y tu realidad se llenará de ilusión.
A veces necesitarás recogerte para que tus fuerzas vuelvan a regenerarte conforme al potencial de tu ser. Encogido en ti mismo, tapado tiernamente, vuelves a tu belleza original: La indefensa cualidad de la levedad y fragilidad del bebé nacido en la carne.
En otras ocasiones tendrás deseos de cambiar de postura, reposar sobre tu derecha o tu izquierda, dormir boca abajo o expandirte como el océano, abierto de par en par.
Sea la postura que escojas, sumérgete en la entrega confiada del universo para que él te regenere y te recoja.
Entra en el sueño como en la muerte, con la conciencia de soltar el cuerpo y mostrar a tu maestro interior, la transparencia de tu Alma.
Siéntete abrazado en el suspiro y al exhalar, percibe la inhalación de la Fuente fuera de ti. Dale los mejores regalos. Entrégale todo sin guardarte nada, para que lo distribuya correctamente a toda la trama universal.
Siempre hemos recibido los regalos más apropiados para que cada uno pudiera avanzar en su aprendizaje a lo largo de la vida. ¿Qué te hace pensar que ahora será distinto?
Sé digno de confianza y la confiabilidad te dará confianza y paz. Contribuye a contagiar esta paz a los demás y adquirirás fuerza. Desarrolla el principio de la gratitud en tu caminar y la sonrisa acudirá a tu rostro cuando duermas, recibiendo a través del sueño, mayores bendiciones.
Antes de dormir prepara tu espacio. Ordénalo, límpialo, orienta tu cama y alinea tu ser. Reconstruye el día que ha pasado, con el propósito de mejorar tu acción futura.
Despierta la cualidad del perdón, si tu sensibilidad te permite reconocer tus errores o ignorancias en el camino y el sentimiento de culpabilidad pesa sobre ti.
Agradece y forja el estandarte de tu Alma. Construye tu despertar cada día. Al amanecer y al acostarte sé agradecido. Te darás cuenta después, que el resto del día seguirás este proceso naturalmente y no te causará esfuerzo practicar la conciencia dentro de cada acto. Y al fin, cuando sepas abrazarte a ti mismo en el sueño, podrás abrazar a los demás y escuchar de qué manera amarlos mejor.
Ten paz y descansa.
Aiam