6. MUDRA DE SANACIÓN
Las manos se abren frente a nosotros mostrando las palmas abiertas con los brazos estirados y las puntas de los pulgares tocándose entre sí. Exhalar.
Se activa el punto de Lao Gun en el centro de la mano, uno de los veintiún chakras menores energéticos del organismo.
Es un centro importantísimo usado en sanación y todos podemos reconocer su valor, cuando acariciamos o tocamos a alguien o a algo, como una planta por ejemplo, desde el corazón. Las manos son la prolongación de esta bomba atómica que es nuestro corazón.
El corazón es el primer órgano en formarse dentro del embrión y le llamo bomba atómica porque su poder es inmenso: Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas, una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.
El punto central de la palma de nuestra mano tiene una relación directa con él. Nuestros brazos surgen de este órgano maravilloso, las manos después y los dedos surgen como antenas y codificadores de estas señales extraordinarias pudiendo alargar nuestra influencia de campo más allá de la estructura misma de los dedos.
Esto lo mostramos constantemente demostrando y comprobando su realidad en nuestras prácticas de la Escuela.
Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro, pudiendo aprender, recordar e incluso percibir.
Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.
Primera:
La comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, es el único órgano del cuerpo con esa propiedad, pudiendo inhibir o activar determinadas partes del cerebro según las circunstancias. Nuestras manos son las expresiones de este órgano, pudiendo proyectar a distancia su frecuencia.
El corazón puede influir en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras interacciones y reacciones. A través de él, podemos armonizar no sólo nuestro campo sino también el de otros. Hemos de entender sin embargo, que cuando hablamos de corazón, no sólo estamos hablando de una maquinaria orgánica si no de un centro solar que vehiculiza la conciencia de nuestro propio ser. En el sistema hindú se relaciona con el elemento aire y el sentido del tacto. De ahí la necesidad de unir este sentido a los dedos de las manos y a la caricia que se ejecuta desde el estado de empatía, cariño y compasión. Un acto que procede del corazón.
Segunda conexión:
La información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés, al producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.
Tercera:
La comunicación biofísica mediante ondas de presión. A través del ritmo cardiaco y sus variaciones, el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo. Mediante nuestra propia pulsación y vibración y al unirnos a la frecuencia vibratoria de la Tierra, nuestro ser se armoniza y sana.
Cuando tenemos un dolor en el cuerpo, nuestras manos en seguida van a este lugar instintivamente. Este proceso se da igual, cuando se trata de curar o cuidar a un enfermo o a alguien que sufre. Las manos compasivas adheridas al corazón, envían el mensaje de vibración que contagiará un estado de calma y de amor a la otra persona.
Cuarta:
La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico.
Se sabe que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros pero en el caso de algunos maestros puede abarcar kilómetros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón.
Dan Winter es un científico que ha estudiado larga y profundamente las connotaciones magnéticas y eléctricas de la coherencia entre el cerebro y el corazón y ha observado la importancia de la frecuencia emitida cuando estamos con un ‘senti-pensar’ armónico o cuando no lo estamos.
El circuito del cerebro del corazón es el primero en tratar la información que después pasa por el cerebro de la cabeza.
Hay dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es armoniosa, de ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos.
La otra es desordenada, con ondas incoherentes, apareciendo con el miedo, la ira o la desconfianza.
Las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es decir, que el corazón arrastra a la cabeza. La conclusión es que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente.
El cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza, centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas.
Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.
Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.
Las manos expuestas en este MUDRA, tienen que ver con la manifestación de la frecuencia de alta vibración coherente del corazón. Por esto es el MUDRA de Sanación por excelencia.