Puede realizarse con hojas piedras, conchas y flores o pintado sobre un lienzo, tela, madera o papel.
El aspecto creativo puede ser tan extenso como queramos, llegando a realizarse incluso, verdaderas obras de arte por medios digitales.
En lo relativo a esta Esencia que está en todas partes, podríamos decir, de una manera poética: El Mándala es una representación universal de una esfera infinita con el centro en todas partes.
Una flor es un mándala, pero si esto lo es, también lo es el estiércol de una vaca, porque la flor puede nacer dentro de esta apestosa sustancia.
O todo es espiritual o nada lo es.
Si dentro de la oscuridad sabemos encontrar la luz, vamos por el buen camino. Si a todas las cosas sabemos hallarles un sentido profundo y bello, lleno de significado, es que hemos dejado que su centro le hable al nuestro y le explique su relación con nosotros.
Nuestro corazón tiene el poder de contactar con el corazón de todas las cosas, porque todo tiene su corazoncito y su capacidad de dialogar con nosotros.
Pintar un mándala de flores, puede ser terapéutico, bello y divertido. pero no es un proceso iniciático, ni va más allá de ser un pasatiempo con unas connotaciones muy simples:
Nos relajamos y al concentramos en una tarea, nos olvidamos del resto del mundo, como puede ser el encaje de bolillos, limpiar el cigüeñal del coche, hacer una comida perfecta con los condimentos y la decoración apropiada, bailar tango o jugar al ajedrez.
Aunque todo lo que he mencionado puede tener diferentes profundidades y el que lo realiza se puede iluminar con ello, no es su función.
El mándala es una herramienta para acceder al ser y transmitido como un trabajo interior puede desatar esta comprensión exquisita de lo que está oculto dentro de cada uno.